Oruga procesionaria: riesgos y actuaciones ante su contacto

La presencia de la oruga procesionaria se ha intensificado en los últimos años llegando a convertirse en una plaga muy común durante la primavera. Es importante comprender cómo mitigar sus efectos y qué actuaciones podemos realizar para reducir las repercusiones que puede ocasionar sobre los bosques, las personas y otros animales.

¿Te gustaría conocer las características de este insecto, identificar sus riesgos y saber qué hacer ante el contacto con este animal?. Quédate a leer este post, te contamos todo lo que debes saber a continuación.

¿Qué es la oruga procesionaria?

La oruga procesionaria es un insecto que habita especialmente en lugares con presencia de pinos o cedros. Reciben este nombre debido a su particular forma de desplazarse por el suelo formando una hilera que recuerda a una procesión.

Este descenso en fila india es principalmente propio de los meses de febrero, marzo y abril.

Se trata de una oruga característica de las zonas cálidas donde se manifiestan temperatura suaves. No obstante, debido al calentamiento global, están empezando a instalarse también en lugares con climas que hasta el momento se consideraban fríos.

¿Qué peligros presenta la oruga procesionaria?

Las orugas procesionarias poseen ciertas singularidades que la constituyen como un animal peligroso tanto para árboles como para humanos y mascotas.

Estas orugas posen mandíbulas fuertes capaces de ir destruyendo la estructura de los árboles en los que se encuentran hasta el punto de defoliar y deteriorar un gran número de pinos y cedros.

Por otro lado, la oruga procesionaria cuenta con pelos urticantes que liberan cuando se encuentran en una situación de peligro o amenaza. Por ello, podemos sufrir las consecuencias de entrar en contacto con una oruga procesionaria sin ni siquiera llegar a tocarlas.

Estos pelos pueden producir irritaciones, inflamaciones y ronchas en los humanos que ocasionan un gran picor. Ademas, en determinas ocasiones pueden dar lugar a reacciones alérgicas.

En el caso de los perros, pueden provocar necrosis en los tejidos de la boca que requieran amputaciones parciales de la lengua o incluso la muerte del animal.

¿Cómo actuar ante el contacto con este insecto?

Los niños y las mascotas son los grupos que presentan una mayor probabilidad de entrar en contacto con este tipo de insecto. Por ello, es importante conocer qué medidas tomar si nuestro hijo o nuestro perro sufren los efectos de una oruga procesionaria.

Si ocurriera que un menor toca a esta oruga se deberá lavar la zona afectada con agua fría para tratar de eliminar los pelos que se hayan quedados pegados a la piel.

Posteriormente, es aconsejable aplicar hielo para disminuir la inflamación y en el caso de que no remita la lesión acudir al pediatra.

Por otra parte, si observamos que nuestra mascota presenta síntomas como nerviosismo, inflamación de la lengua, producción excesiva de saliva y dificultades para respirar podemos pensar que ha tenido contacto con una oruga procesionaria.

Lo que debemos hacer es abrir la boca del perro para observar su interior y lavar la zona dañada con agua con cuidado de que caiga al suelo y no sea tragada por el perro, ya que la intención es hacer desaparecer los pelos de la oruga y evitar que estos sean tragados por el animal.

Inmediatamente después debemos llevar a nuestra mascota al veterinario con la máxima rapidez posible para poder aplicar los medicamentos necesarios para su recuperación.

¿Por qué este año se ha adelantado la llegada de la oruga procesionaria?

Este año hemos empezado a observar la existencia de orugas procesionarias con anterioridad a las fechas previstas. Esto ha sido debido a la combinación de diversos factores que han beneficiado la subsistencia de estos insectos.

Por un lado encontramos la escasez y la falta de lluvias en los meses iniciales del 2020 y las altas temperaturas que se han experimentado como consecuencia del cambio climático. Así, la oruga procesionaria ha llegado un mes antes de las fechas habituales.

Como hemos visto a lo largo del artículo, las orugas procesionarias pueden afectar a la salud de las personas y de otros animales. Por ello, es importante mantenerse alejado de pinares y cedros durante los meses de febrero, marzo y abril.

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